Amor

La Fiesta Mayor, el amor y la maceta
Jesica está colada por Andrés, desde el instituto le había “tirado los tejos”, pero él no le hacía mucho caso.
Sin embargo ayer viernes 10 de Julio de 2015, fue diferente, esta fecha la recordará toda la vida.
Coincidieron en la estación, Andrés nada más verla se acercó a ella a saludarla, se dieron unos besos de amigos en las mejillas y cuando subieron al tren se sentaron juntos y mantuvieron una animada conversación durante todo el trayecto.
-Andrés le pregunta- ¿iras mañana a la feria del pueblo?
-Sí, este sábado iré con las amigas y estaremos por allí ¿y tú, que harás?
-También me pasaré, yo no he quedado con nadie, mis amigos dicen que la fiesta mayor de Pallejá es muy aburrida y se van a Barcelona, yo no tengo ganas de ir.
-¿Por qué no te vienes con nosotras?
-No, no quiero estorbar, tampoco conozco a todas tus amigas, me resulta violento.
-¿Y si quedamos nosotros solos?, se aventuró a preguntar de súbito Jesica.
Ante esta pregunta sorpresa, Andrés se queda un momento pensativo, al final acepta quedar ellos solos en la feria de la Fiesta Mayor.
Sábado 11 de Julio
Jesica lleva unos shorts rosas y una camiseta de tirantes amarilla, le queda muy bien con su color de cabello rubio y el rojo que perfila sus perfectos labios, además se ha resaltado las líneas de los ojos.
Él va con un tejano de corte pirata y una camiseta azul.
Andrés al ver a Jesica, se la queda mirando, se siente transportado al espacio del silencio, entre lucecitas y chispas, ésta sensación se mezcla con la música y las luces de las atracciones, nunca antes las había visto así.
Consigue decir - Estás guapísima.
Jesica experimenta la misma sensación todas las veces que lo ve, esta vez se encontraba segura, ella estaba enamorada y él se había fijado en ella y algo estaba cambiando.
Ella le toma de la mano y le pregunta, ¿por dónde empezamos?
Andrés no sabe que le pasa, siente una molestia en el estómago, pero no le es desagradable, le contesta, - ¡Por los autochoques!
Pasaron la tarde subiéndose en todas las atracciones, probaron su puntería disparando las carabinas, jugaron a la tómbola y les toco una maceta con un mini rosal de flores rojas. Al coger la maceta Jesica, las rosas quedaban a la altura de la barbilla, Andrés contemplo lo bella que era y cómo sus sonrientes labios combinaban maravillosamente con el rojo de las rosas.

José Portillo



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