jueves, 6 de junio de 2013

Salvad al TITANIC


Tambaleándose un poco llegó a sentarse en una de las sillas que estaba vacía, entre el grupo de sus amigos, los cuales estaban tomando champan y fumando mientras observaban al resto de amigos que bailaba entre los demás danzarines, al son de las mejores notas del vals, fox , mambo, jazz o de la habanera y el de la milonga, que salía de los instrumentos y voces de la Wallace Hartley Band. Cogió una copa llenándola hasta rebosar, mojándose el índice y el pulgar de la mano izquierda, dejo la botella de champan entre una imprecación al espumoso, el alcohol empezaba a hacerle efecto, no estaba mareado, si un poco “cargadete”.
El grupo se percató entonces de su presencia, - ¿Fox dónde estabas? Veo que aliviando tus supersticiones.
No son supersticiones, son visiones Sr. Hen, dejémoslo estar, ustedes no lo entienden.
Hola Sr. Fox – le saludo la Srta. Lips (ella una chica que se sentía atraída por él....eran viejos amigos).
Él la observo un momento antes de contestarle con un.. hola, veía una joven de unos 25 años, enfundada con un vestido forrado con extensos bordados, la parte de la falda estrecha que deja marcar sus sensuales líneas, luce un collar de perlas de tres vueltas alrededor del “cuello de gacela”, fina barbilla, labios bien dibujados y carnosos, los ojos negros, pelo castaño, al rostro lo adornaban unas graciosas pecas.
¿Bailamos Srta. Lips? Le preguntó sin pensarlo. Ella accedió.
Al cabo de un par de temas, debido a los pisotones que estaban recibiendo los delicados pies de la dama, ella le propuso dar una vuelta por las clases inferiores. Bajaron unas lujosas escaleras, el tambaleo de Fox hizo que al llegar casi al final, se apoyara en al pasamanos, quedando su cabeza detrás de las nalgas de la escultura de un ángel - bonito culo. Ella se rió de la escena y el comentario.
En la sala de telecomunicaciones habían recibido mensajes repetitivos de advertencias durante todo el día anterior, el sábado 13 - grandes bloques inmensos de hielo desprendidos del ártico, bajan flotando hacia el sur-.
El capitán del buque Edward Smith, se encontraba descansando, le habían comunicado la recepción de los mensajes. Le daba vueltas a la cabeza, él siempre intuyo que su vida acabaría en el mar lo que le hizo visitar varios videntes y todos coincidieron en que moriría en un desastre marino. Recordaba la conversación con su amigo Fox sobre la semejanza de una novela del escritor Morgan Robertson, Jon Fox el amigo con el que compartía sus creencias en ocultismo y veía en esos relatos una predicción. Ahora sobre su catre analizaba sus pensamientos, recordando el incidente ocurrido por la mañana del día anterior, el incendio que lograron apagar en la carbonera de la sala de caldera Nº 5. Y cuando por la noche se cruzaron con el buque Rappahannock, también les advirtieron de los icebergs avistados - No será en este barco, se decía, el Titanic es insumergible, es nuestro primer viaje y para mí el último por que me voy a jubilar, tan solo por eso. Llevamos navegando 5 días desde que salimos de Southampton, habiendo anclado en el puerto de Queenstown y seguimos navegando a 21 nudos dirección a Nueva York. Se levanta y da nuevas órdenes al sexto oficial James Moody.
A los pocos minutos el J. Moody es informado - el vigía ha avistado un iceberg-, a partir de aquí todo transcurrió de manera acelerada. Se noto una pequeña sacudida, seguida de un ruido, el cual no llegaron a percibir todos los viajeros.
Jon Fox y la Srta. Anna Lips seguían explorando el barco entre diálogos banales, cuando los dos hicieron el mismo tambaleo, se miraron extrañados. Siguieron sin darle importancia hasta que se toparon con el diseñador del barco Thomas Andrews que junto al carpintero corrían como poseídos.
¿Que le ocurre Fox? – se ha quedado blanco. Él la cogió por los hombros y le dijo - me parece que algo grave a ocurrido y puede traer grandes consecuencias, debemos mantenernos tranquilos, pero no esta de más que vayamos hacia la cubierta de los botes. Ella que lo conocía bien dudo, pero al final accedió, total resultaría un paseo más.
Las comunicaciones entre mandos y el protocolo hizo que no diera tiempo de esquivarlo, les había dado el suficiente para parar los motores y direccionarlo marcha atrás, gracias a las últimas ordenes que le había dado el capitán Smith, la velocidad del Titanic había sido reducida a 10 nudos, aún así el pequeño choque frontal no se pudo evitar por la inercia de sus 50.000 toneladas.
Los daños de proa habían sido mínimos, nada que no se pudiera arreglar, todo quedó en un susto, el Titanic pudo seguir su trayecto hasta buen puerto.
Al llegar a la cubierta de los botes Jon Fox con la cara desencajada se subió en uno y quedó allí sentado, mirando a la Srta. Anna Lips.
Ella hizo un gesto negativo con la cabeza y se marcho al encuentro del resto de sus amigos que seguían de fiesta en la sala de baile.
Durante los dos días que tardaron en llegar al puerto de New York Jon Fox como si esperara naufragar a las 23.50h seguiría sentándose en un bote.
José Portillo